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Este enorme monolito de la deidad de la Tierra que los mexicas llamaron Coatlicue ("la de la falda de serpientes"), además de la falda de serpientes que la identifica, ostenta un collar hecho de manos y corazones humanos. Su cabeza ha sido sustituída por dos enormes serpientes que juntan sus fauces, mismas que simbolizan dos grandes chorros de sangre y, por asociación, el sacrificio. Se trata de un ejemplo insuperable de la gran potencia alcanzada por la escultura entre los mexicas.




Escultura de la diosa Coatlicue
Mexica (Azteca)
Postclásico tardío (1325-1521 D.C.)
Ciudad de México, Distrito Federal
Piedra arenisca
3.50 x 1.30 m.
Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

Foto © Jorge Pérez de Lara